Da igual la opinión de experimentados conductores, de fabricantes y de asociaciones del sector automovilístico. La batalla contra la velocidad está declarada desde hace tiempo y la pregunta sigue siendo la misma: ¿es una simple realidad o una mera excusa con fines recaudatorios?. El crecimiento del número de radares implantados por toda la geografía española crece a la velocidad de la espuma. De hecho, cambian y se evolucionan con la misma celeridad que los propios automóviles.
La última iniciativa, dado que el presupuesto de la DGT se ha multiplicado considerablemente, es instalar unos carísimos sistemas de medición de la velocidad durante un recorrido de varios kilómetros, en los que la máquina realizará un simple cálculo a raíz del tiempo invertido en ese espacio. No puede funcionar todavía porque la legislación solo permite sancionar los excesos de velocidad puntual, no global.
Fuente: 20minutos.es
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